Biografia de Amelia Earhart, primera mujer en volar sola, cruzando el Atlantico.



Amelia pasó buena parte de su infancia con sus abuelos maternos, quienes le proporcionaron un estilo de vida lleno de comodidades mientras su padre perseguía el éxito profesional en el área legal, cosa que no consiguió. Su abuelo era un prominente ciudadano de Atchison y nunca vio con buenos ojos a su yerno, a quien consideraba un inútil.
Amelia dio muestras de una personalidad inquieta y audaz, pues se involucraba en actividades propias de los chicos: escalaba árboles, se deslizaba en trineo y disparaba a ratas con un rifle. También tenía como pasatiempo reunir recortes de periódicos de mujeres famosas que sobresalían en actividades tradicionalmente protagonizadas por hombres.
Fue en
1908 cuando vio su primer aeroplano en una feria del estado de Iowa, cuando se mudó a Des Moines con sus padres. En sus memorias escribió sobre ese primer encuentro con un avión: "Era una cosa hecha de cables oxidados y madera, nada interesante".
Debido a problemas familiares y económicos (su padre cayó en el alcoholismo y lo despidieron de su trabajo), el estatus de los Earhart se vio desmejorado, por lo que se mudó a
Chicago con su madre y su hermana en 1914. Durante la Primera Guerra Mundial se enroló como voluntaria en labores de enfermería.
En 1920 su familia pudo reunirse nuevamente en California, donde asistió a un espectáculo aéreo en Long Beach y quedó prendada de los aviones. Consiguió que la llevaran a bordo de un biplano en el que voló durante 10 minutos sobre Los Ángeles. Sus palabras acerca de esta experiencia fueron: "Tan pronto como despegamos yo sabía que tendría que volar de ahora en adelante".
Sus primeras clases de aviación las obtuvo de la instructora Anita Neta Snook, otra piloto pionera. Durante esa época logró adquirir un prototipo del aeroplano Kinner al que llamó "el Canario", en el que sufrió algún que otro accidente, cosa común en esa época por la poca fiabilidad de los motores y la lentitud de las naves. Su instructora no le daba mucha credibilidad como piloto, una opinión que no la abandonaría durante su carrera. Ya en octubre de
1922 consiguió su primer récord de altitud al volar a 14.000 pies (4.267 metros) de altura.
Amelia dejó por un tiempo la aviación y compró un automóvil, al que puso el sobrenombre de "The Yellow Peril" (‘el peligro amarillo’), en el que llevó a su madre a través del país rumbo a Boston. Al ser los automotores aún una novedad, la gente se interesaba por ella y le preguntaba de dónde venía.
En
1925 se unió a la Asociación Aeronáutica Nacional (capítulo Boston). Se dedicó a invertir dinero para construir una pista de aterrizaje, vendió aviones Kinner y promovió la aviación, especialmente entre mujeres. Ya comenzaba a hacerse un nombre en la sociedad. El Boston Globe la reconocía como una de las mejores pilotos de Estados Unidos.
El 26 de abril de 1927, Amelia recibió una llamada que cambió su vida: el capitán H.H. Railey le preguntó si quería ser la primera mujer en cruzar el Atlántico. George Putnam, un editorialista de Nueva York, le había preguntado si conocía a una mujer adecuada para esa empresa. Railey quedó impresionado por la similitud de Earhart con Charles Lindbergh, por lo que la llamó Lady Lindy. Putnam, al conocer a Amelia, la admitió como la mujer para el viaje. Ella aceptó con la condición de ir como pasajera. Con Wilmer Stultz como piloto y Louis Gordon como mecánico, partió en un trimotor Fokker F.VII, al que llamaron Friendship (amistad). Amelia fue solo en calidad de pasajera.
Despegaron el 3 de junio de 1928 hacia Halifax, Nueva Escocia. Después de esperar a que mejorase el tiempo, partieron hasta el 18 rumbo a Europa. Llegaron a Berry Pourt, en el sur de Gales, con poca gasolina) y no a Irlanda, como habían planeado. La misma Amelia reconoció que todo el trabajo lo hicieron los pilotos, pero al llegar los reporteros los ignoraron y la abordaron a ella. Después recibió felicitaciones del mismo presidente Calvin Coolidge.
Su fama creció en los medios de comunicación y comenzó a dar conferencias gracias al trabajo de Putnam. Él la ayudó a publicar su libro Veinte horas, cuarenta minutos, y también la acompañaba a todas partes. Fue tal la afinidad entre ambos que contrajeron matrimonio en 1931.
Ella continuó impulsando la aviación entre las mujeres, tanto que organizó una carrera aérea para féminas a través del país en
1929, de Los Ángeles a Cleveland, que fue llamada The powder-puff derby. Fundó la organización Las noventa y nueve en su habitación de hotel en Cleveland con otras pilotos, pues incluía a 99 miembros. Fue su primera presidenta. En 1930 ayudó a formar y fue vicepresidenta de relaciones públicas de una aerolínea entre Nueva York, Filadelfia y Washington. Su carrera como aviadora no fue interrumpida, pues quebró récords de velocidad para mujeres en su Lockheed Vega.
A esta altura de su vida sentía que era la oportunidad de hacer un vuelo sola por el Atlántico, pues otras mujeres estaban a punto de intentarlo, y George la estimulaba para mantener su nombre en primer plano. Hasta 1932 nadie había hecho un viaje en solitario desde Lindberg. Ella haría el viaje desde Harbour Grace, hasta Newfoundland en Gran Bretaña. El 20 de mayo, exactamente 5 años después de Lindy, montada en un Lockheed Vega modificado, realizó el viaje.
Puesto que no tomaba café o té, Amelia se mantenía despierta oliendo sales. Sólo llevaba un termo con sopa y una lata de jugo de tomate. Llegó fuera del punto planeado en
Londonderry, en el norte de Irlanda. Bajando del avión le preguntó a un hombre que se acercaba y tuvieron la siguiente conversación:
—¿Donde estoy? —preguntó Earhart.
—En el pastizal de Gallegher. ¿Vienes de lejos?
—De Estados Unidos —respondió ella.
En esa travesía impuso más marcas: primera mujer en hacer un vuelo solitario en el Atlántico, primera persona en hacerlo dos veces, la distancia más larga volada por una mujer sin parar y récord por cruzarlo en el menor tiempo.
Los reconocimientos se acumularon. Hizo un tour por Europa; en Nueva York hizo un recorrido bajo lluvia de papeles; el presidente
Hoover le condecoró con la medalla dorada especial de la National Geographic Society; recibió las llaves de varias ciudades; fue votada la mujer más destacada el año. El congreso la condecoró con la Distinguished Flying Cross, otorgada por primera vez a una mujer.
En
1934 anunció a George que la próxima aventura seria un vuelo a través del Pacífico, desde Hawái a California, y después a Washington. Diez pilotos lo habían intentado y murieron. Salió de Honolulu el 11 de enero de 1935 y aterrizó en Oakland, ante una multitud que la vitoreaba. Roosevelt le envió sus felicitaciones. Ese mismo año realizó el primer viaje solitario de Los Ángeles a Ciudad de México, y de allí a Newark.
Ya en 1935 comenzó a planear hacer un viaje alrededor del mundo. El Lockheed Electra 10E fue la máquina elegida. De realizarlo marcaría dos hitos: la primera mujer en hacerlo y la mayor distancia posible circunnavegando el globo en su ecuador. Según ella era el vuelo que le quedaba por realizar.
Frederick Noonan fue escogido como acompañante por su familiaridad en el vuelo sobre el Océano Pacífico; además, llevarían otros dos tripulantes como técnicos. La primera etapa sería de Oakland a
Hawái el 17 de marzo de 1937. Sin embargo, cuando despegaba cerca de Pearl Harbor tuvo problemas y el aeroplano se deslizó fuera de control. Hubo daños considerables. Uno de los tripulantes atribuyó a Amelia la responsabilidad del accidente. El Electra fue enviado de regreso a California para reparaciones y Amelia continuó los planes para hacer otro intento. Esta vez el curso del viaje sería hacia el este. De ahora en adelante sólo viajarían Noonan y Earhart.
Después de recibir al Electra partió de Los Ángeles hacia Florida el 21 de mayo de 1937. El 1 de junio salieron de Miami, y su primer destino fue San Juan, Puerto Rico, de ahí bordeó Sur América con rumbo a África y el Mar Rojo. Desde allí realizó un vuelo inédito en la historia de la aviación, hacia Karachi en la India. Después se dirigieron rumbo a Calcuta el 17 de junio. Posteriormente su destinos fueron Rangoon, Bangkok y Bandoeng, Singapur.
En Bandoeng ocurrieron algunos percances. Hubo retraso por el mal tiempo y a la aeronave se le realizaron reparaciones. Pero lo más grave fue que Amelia se enfermó de
disentería. Partieron de allí el 27 hacia Darwin en Australia, donde mandó los paracaídas de regreso por que no serían necesarios —según ella—en lo que restaba del viaje.
Llegó a
Lae, Nueva Guinea el 29 de junio con 22.000 millas voladas y 7.000 por recorrer. En ese lugar se comunicó con el Herald Tribune. Las fotos la mostraban enferma y cansada. Partió a las 0:00 GMT el 2 de julio. Se cree que el avión tenía 1.000 galones de combustible para 20 ó 21 horas de vuelo, pero la situación atmosférica no era la más favorable pues estaba nuboso y con lluvias intermitentes.
En lo restante mantendría comunicación con el guardacosta estadounidense Itasca. A las 7:20 GMT reportó su posición a 20 millas al suroeste de las
Islas Nukumanu. A las 8:00 GMT hizo su último contacto de radio con Lae, en curso a la Isla Howland a 12.000 pies de altura. No se sabe el curso después de Nukumanu. Después hubo transmisiones cortas al Itasca pero no se supo su posición porque los mensajes eran muy breves.
A las 19:30 GMT se recibió el siguiente reporte: «KHAQQ llamando al Itasca. Debemos estar encima de ustedes pero no los vemos... El combustible se está agotando...» A las 20:14 GMT el guardacosta recibió el último mensaje dando su posición; hacia las 21:30 GMT determinaron que el avión pudo haberse estrellado en el mar y entonces comenzó la búsqueda.
Se ha establecido que el aeroplano cayó de 35 a 100 millas de la costa de la isla Howland. Se vislumbró una chalupa pero al final no se encontró nada. De acuerdo con los expertos se cree que el avión pudo haber flotado debido a los tanques vacíos. El presidente Franklin D. Roosevelt autorizó la búsqueda con 9 barcos y 66 aviones, una operación de un costo de 4 millones de dólares. Alrededor del 18 de julio el rastreo fue abandonado en el área de Howland. George Putnam buscó más ayuda para continuar, pero las esperanzas de encontrarlos fueron ya inexistentes. Un faro fue construido en 1938 en la isla Howland en su honor. De su desaparición ha habido multitud de teorías acerca de su final y el de su compañero.
En vida, Amelia regularmente enviaba cartas a George. En una de ellas escribió: "Por favor debes saber que soy consciente de los peligros, quiero hacerlo porque lo deseo. Las mujeres deben intentar hacer cosas como lo han hecho los hombres. Cuando ellos fallaron sus intentos deben ser un reto para otros"

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